La familia y sus abogados hacen la denuncia a dos meses de su muerte.
Omisión de socorro por falta de atención médica oportuna sería otro delito cometido en el caso de la ciclista Andrea Rueda Arango, quien murió luego de ser embestida por un taxi que, inexplicablemente, iba en reversa al frente del conjunto residencial Barranquilla Linda, en la carrera 51B.
Este es el nuevo hallazgo que, tras las investigaciones, dan a conocer la familia y los abogados que tienen a cargo el proceso judicial por el fatal accidente en la madrugada del pasado 17 de noviembre.
La reconstrucción de los hechos que origina la hipótesis está basada en lo que narran testigos que acompañaron a Andrea, de 32 años, quien fue llevada a tres clínicas antes de ser recibida en la urgencia de la Bonnadona, y en el recorrido que muestra el pequeño GPS Garmin o ciclo computador anclado en su bicicleta, que fue violentamente chocada por el taxi de placas SDV 616 de Soledad.
Inicialmente, el taxista dijo que él estaba parqueado y la ciclista chocó con el vehículo. Amparado en la soledad de la madrugada, esta explicación lo repetía una y otra vez, incluso fue lo que le dijo a su patrona.
Sin embargo, horas después, la familia Rueda Arango consiguió varios videos de cámaras de seguridad de locales comerciales que mostraban todo lo contrario: el taxista iba en reversa y arrolló a Andrea. Eso sucedió a las 4:34 de la madrugada, de acuerdo con lo que registró el GPS.
Con su indumentaria de ciclista, casco y luces de seguridad titilantes encendidas, ella iba rumbo a la Clínica Porto Azul a encontrarse con sus amigos del Caribbean Cycling Club, para hacer la acostumbrada rutina diaria de entrenamiento de dos horas por la autopista al mar.
En un video se observa al taxista que, con su “reversa imprudente” -así se llama técnicamente su proceder-, cometió homicidio culposo, cuando se devolvió al frente del conjunto Barranquilla Linda; otra cámara de seguridad registró al carro en rever y se ve a la ciclista avanzando con las luces encendidas, pero ella desaparece de la imagen al ser atropellada por el vehículo y éste se detiene.
Un tercer video lo tiene la Fiscalía. Es de un local comercial que está al frente del conjunto residencial y de la iglesia cristiana Vida Abundante: “se observa con claridad el momento en el que el taxi la arrolla”, insiste la familia.
Ante las evidencias, el taxista reconoció su imprudencia.
La reconstrucción de la investigación familiar indica que el taxista iba a buscar un servicio que, a través de inDriver, le habían pedido de la iglesia cristiana, que no está sobre la 51B sino al fondo del parqueadero que allí se encuentra. El servicio lo solicitaron tres señoras que asistieron a una noche de oración. Cuando se percató de que se había pasado de la dirección, el chofer echó reversa de manera veloz y no vio que Andrea Rueda avanzaba por el mismo carril.
Un grupo de personas, entre ellos otros conductores que estaban en la acera opuesta -51B con 96 esquina de drogas La Rebaja-, escucharon al taxista que a gritos pedía ayuda luego de arrollar a la ciclista.
“Las imágenes de la cámara que está de frente muestra que ella cae, trata de ponerse de pie, pero no puede y volvió a sentarse en el pavimento”, narra Ángela Arango, madre de la joven fallecida.
Uno de los conductores que llegó a socorrerla marcó insistentemente para que llegara una ambulancia, pero no atendieron su llamada. “Mi hija, sentada en el pavimento, les decía que no podía respirar”, le contaron a la madre; entonces, por sugerencia de una enfermera que la estaba socorriendo, decidieron montarla en el mismo taxi que la atropelló.
En reversa, el taxista llegó a la 93 y bajó por la 51B hasta la Clínica de Fracturas, a solo dos cuadras; después fue a la Clínica San Vicente; siguió a la Clínica Reina Catalina y por último llegó a la urgencia de la Clínica Bonnadona donde sí recibieron a la herida.
La denuncia de la familia y los abogados sobre dicho recorrido se basa en el registro del GPS de la bicicleta que montaron en uno de los carros que seguía al taxi que transportaba a Andrea.
¿Por qué no la recibieron, acaso el taxista, en su afán de esconder que la había arrollado y con tal de que no usaran el SOAT del carro, no informó en las tres clínicas lo que había sucedido? cuestiona el abogado Armando González.
Audio: ¿El taxista dijo que era un accidente de tránsito?
¿Tratándose de una persona herida acaso no debieron atenderla? ¿En las tres clínicas quiénes decidieron que no podían prestarle atención: hubo omisión de socorro?
Audio: No le prestaron los primeros auxilios
19 minutos y 18 segundos duró el taxi yendo de una clínica a otra con Andrea Rueda gravemente herida, con un “trauma cerrado de tórax”, de acuerdo con el diagnóstico médico sobre la grave lesión que sufrió. Por eso no podía respirar y se puso morada sentada en el pavimento en el lugar del accidente.
“A la Bonnadona llegó sin signos vitales, no se sabe cuánto tiempo estuvo así en ese recorrido por las clínicas”, afirma el abogado González.
“Me explicaron en la clínica Bonnadona que llegó sin signos vitales y que duraron 33 minutos para reanimarla”, recuerda estremecida la señora Arango, quien no entiende que, al margen del tema del SOAT, en ninguna de las tres clínicas iniciales no revisaron que su hija estaba afiliada a una EPS, que contaba con servicio de medicina prepagada, que tenía un seguro contra todo riesgo, más otro seguro de su club de ciclismo. “Hay que hacer una campaña para que esto no vuelva a sucederle a nadie más”, lamenta.
Audio: Se siente una gran impotencia, dice la madre
Andrea Rueda murió el mismo 17 de noviembre a las 9:10 de la noche. Han transcurrido 62 días y su mamá habla con gran cariño y amor por lo que era como hija, persona respetuosa, profesional dedicada a su trabajo y mujer feliz. En medio de su tristeza, ríe cuando habla de la “pasión por el ciclismo” que ella sentía.
Audio: Esto no debe sucederle a nadie
Tras perder a su única hija, doña Alma Arango con orgullo trae a sus recuerdos que el fin de semana anterior al trágico accidente Andrea hizo con su equipo -donde también la recuerdan con mucho afecto- la primera gran rodada completa hasta Cartagena: pedaleó 212 kilómetros en 6 horas y 55 minutos.
“Estaba cansadísima, pero feliz. ¡Lo logré!”, recuerda que le dijo su hija sobre la que sería su última carrera de fondo.