Diciembre llegó con la abundancia de arencas y barbules que están entrando al Embalse de El Guájaro, a través del Canal del Dique.
Por José Granados Fernández
X @JoseGranadosF
—Está muy bueno todo: hay camello, bastante duro porque hay que sudarla, pero hay platica y comida.
En medio del tropel de pescadores agolpados sobre la estrecha carretera que pasa por encima de las compuertas de El Porvenir y a orilla del caño El Limón, Daniel Gómez lanzaba una y otra vez su atarraya multicolor, y en cada tiro halaba abundantes barbules y arencas.
—Vengo de Santa Lucía, aquí hay gente de todas partes: Soplaviento, Villa Rosa, Arenal, San Cristóbal, Repelón, usted sabe, hay que aprovechar la subienda, dice, sudoroso, con su cara tapada por un trapo negro para evitar el sol. Arrodillado, con sumo cuidado para no ser chuzado, cortaba con cuidado los cachos de uno de los 16 barbules enredado en su atarraya.
Hace una semana la vida volvió a cambiar para bien en Las Compuertas, corregimiento de Manatí, al sur del Atlántico. Para las muy humildes familias de esa región, diciembre llegó premiado, con subienda.
¡Por lo menos, hacía tres años que no vivían la multiplicación de los peces!
—Eso parece un festival: a toda hora la gente pesca, hasta de noche; ahí amanecen, cuenta José Canedo, responsable del manejo de Las Compuertas, quien recibió la orden de abrirlas (Las del Porvenir y las de Villa Rosa) para que las aguas del Canal del Dique entren al Embalse de El Guájaro, lo que ha permitido que millones de peces de las dos especies remonten el caño para llegar al interior del gigantesco cuerpo de agua de 16 mil hectáreas.
‘Orly’ Figueroa, otro integrante del pelotón de pescadores, explica que en los primeros días la abundancia fue de arencas y ahora es la de ‘babbú’, o barbul, pequeños peces muy apetecidos que forman parte de la dieta tradicional en toda esa zona limítrofe entre Atlántico y Bolívar. —Por el precio no se preocupe, aquí acomodamos a todos el mundo: 1.000, 2.000 pesos, lo que sea, nadie se va sin pescao, y bastante… que es lo mejor, dice el locuaz ‘Orly’.
—Esto se come frito con yuca o bollo, con plátano verde o tajadas maduras, ¡con todo pega!, dijo sonriendo a 30días.co Edilberto Utria, cuando iba rumbo a su casa con una generosa bolsa de barbules que le regalaron amigos pescadores.
—Lo importante es que hay comida para todos, porque, así como uno vende, también regala. Es que, es mucho el pescao que se saca y es mejor darlo que dejar que se pudra, comenta Figueroa. —Por estos días no habrá hambre, destaca.
Detrás de la subienda de barbules y arencas, en el sur del Atlántico esperan que llegue, en enero, la de bocachico.
—¡Ah, sin duda, sería el mejor regalo de la naturaleza! El bocachico se vende muy bien, comenta Daniel. Estaba listo para lanzar un nuevo atarrayazo.