Por las culebras y hasta una babilla, el monte es un peligro para los alumnos.

En Las Compuertas, el desaseo, el monte y las culebras se apoderan del megacolegio

A dos meses de estar funcionando, la falta de mantenimiento ensombrece el futuro de la obra que esperaron por 14 años. Cuestionan al rector. Gobernador Verano llama la atención al secretario de Educación, Leyton Barrios.

Por José Granados Fernández
X @JoseGranadosF

Después de la tragedia del sur del Atlántico por el rompimiento del terraplén del Canal del Dique, el 30 de noviembre de 2010, la obra más esperada por la comunidad de Las Compuertas fue la construcción del megacolegio: decenas de familias vulnerables, dedicadas en su mayoría a la pesca, la esperaron con gran esperanza para la educación de sus hijos, pero hoy sienten que es incierto el futuro de la nueva institución, que tiene 30 amplios y cómodos salones construidos en 8 bloques que abarcan 2.573 metros cuadrados.

Ven con desasosiego que la falta de mantenimiento tiene convertido el campus educativo en basurero y el monte crece por todos lados; expresan su temor por la seguridad de sus hijos debido a la presencia de culebras, murciélagos y hasta una babilla, y exponen su intranquilidad por la falta de dotación que garantice la educación de calidad que siempre han añorado para ellos.

“Un día estábamos limpiando el comedor y matamos una culebra verde grande (azota caballo)”, relata con estupor Melanis Marriaga, alumna de décimo grado. Sus compañeros Henry Ortiz, de noveno, y Carlos García, de décimo, narraron que, en un frondoso árbol, mataron una boa de tres metros de largo. Temerosos, insistieron en que el terreno en el que está el colegio es “tierra cascabelera”, porque abundan las serpientes de este tipo que son venenosas.

“En este monte hay una babilla, hay video de ella. La llamamos ‘Pepe’, es el nuevo estudiante”, dice Marriaga entre risa y temor.

SALONES SIN USO NI DOTACIÓN

Además de esas notables deficiencias y el peligro existente, 30días.co constató que el colegio, diseñado con base en las normas técnicas que ordena el Ministerio de Educación, no tiene en servicio la sala de informática ni la biblioteca ni el laboratorio de química ni el salón múltiple, áreas en las que los 360 alumnos de preescolar hasta bachillerato deberían estar enriqueciendo sus conocimientos.

El desaseo de los baños de mujeres y hombres es total. No hay canecas y los malos olores se esparcen por todo el entorno. De noche los pasillos y salones se llenan de miles de cucarachas.

Las zonas de hidratación o bebederos, con un moderno diseño, están mugres y llenas de verdín.

Para colmo, la conexión eléctrica al sistema de Air-e es ilegal; tampoco cuenta con el servicio de agua conectado por el operador Aguas del Sur del Atlántico.

Otro hallazgo es que solamente los niños de preescolar son atendidos por el Programa de Alimentación Escolar de la Gobernación del Atlántico; la merienda que les dan a los pequeños se la llevan a su salón, que apesta a excremento de murciélagos, porque el comedor, amplio y fresco, tampoco está funcionando. No tiene mesas ni sillas ni estufa para cocinar; ni neveras para refrigerar comidas.

Se quejan los estudiantes de que los maestros no les están dando la jornada completa de clases. Siguen terminando a las 11:00 a.m., cuando debe ser de 7:00 a.m. a 1:00 p.m. La excusa es que van a capacitaciones.

La nueva construcción, que tuvo un retraso de 4 años, de 2019 a 2024, en manos de Fondo Adaptación y costó más de $6.789 millones, presenta filtraciones y humedad en varios salones; las cerraduras de las puertas se han dañado; los pisos de los corredores exteriores se están cuarteando; las juntas de esos pisos se están llenando de maleza, en especial de Coquito, una hierba común en el área; la cancha múltiple no tiene techo y la planta eléctrica de emergencia no funciona.

El constructor final fue la empresa Fernando Ramírez S.A.S., tras la cesión que le hizo el Consorcio Arcocí Atlántico que dejó tirado el trabajo.

Luego de la inundación de 2010, el Colegio de Las Compuertas fue mudado a una calle del corregimiento. Hasta finales de 2023 sus escasos salones eran poco menos que unos «galpones calurosos e infrahumanos».

CRITICAN AL RECTOR

Todo ese “desesperanzador panorama”, como lo califica José Canedo, presidente de la Junta de Acción Comunal, conduce a críticas contra el rector Edgardo Espiter López de parte de estudiantes y de la alcaldesa de Manatí, Yaneris Acuña Cervantes.

“El responsable de todo esto es el rector, que no gestiona, que se la pasa hablando de que las soluciones están en proceso, pero no las vemos”, cuestiona Yonaiquer De León Utria, alumno de décimo grado, quien afirma que el funcionario “sólo gestiona para su bolsillo”.

Anuncia que van a organizar un paro para exigirle a la Secretaría de Educación del Atlántico que “cambie al rector, no lo queremos”; lo señala de ser una persona que “no escucha a los estudiantes, les sale con antipatías a los alumnos, porque no sabe llamarles la atención a quienes estén haciendo algún berroche; él se cree más que los demás y desautoriza a los profesores”.

De León fustiga que Espiter no da “explicaciones de las cosas que se pierden”.

Al respecto, como si fuera un secreto en voz alta, los alumnos aseguran que la institución tenía 6 aires acondicionados nuevos, en sus cajas, y, presuntamente, 4 se desaparecieron; cuentan que había varios computadores, pero sólo quedan 2. También se habría perdido un televisor.

La alcaldesa Acuña dijo a 30dias.co que la Procuraduría Regional le abrió al rector López una investigación por la pérdida de parte de la dotación que entregó Fondo Adaptación cuando estaban terminando la obra. “Quien tenía en su custodia esos elementos debe responder por ellos”, afirma la mandataria, al mostrar su descontento por la administración del megacolegio.

“NO HAY COLABORACIÓN”

En respuesta a las críticas de su labor, Edgardo Espiter asegura que desde el 20 de febrero envió una serie de requerimientos a la Alcaldía y al Concejo de Manatí y a la Secretaría de Educación del Atlántico. “Hasta la fecha no han respondido nada sobre esas solicitudes”, comenta.

Explica que del componente de calidad educativa del Sistema General de Participación la institución recibe al año $26 millones, que “no alcanzan para el mantenimiento que necesita un megacolegio como este”.

Por eso argumenta que las labores de jardinería deben ser asumidas por la Alcaldía de Manatí. Dijo que pidió que instalaran las señales de seguridad vial al frente del colegio, para proteger a los estudiantes. “Lo solicité, pero no nos han colaborado”.

El rector manifiesta que hay dos aseadoras y considera que la Gobernación o la Alcaldía deben contratar otras dos.

Sobre el desaseo, los alumnos tienen su propia opinión. Si bien aceptan que dos aseadoras no dan abasto para atender los 13 salones que están en uso y los otros 17 que han quedado como bodegas de la silletería nueva, advierten que una de las contratadas “no cumple sus funciones”.

“Muchas veces no viene a trabajar, y se la pasa hablando es del ‘gober’, como si fuera amiga del gobernador”, revelan.

Espiter López, directivo de la Unión Sindical de Directivos de la Educación en el Atlántico, les mandó a decir a los alumnos que si se iban a referir a él, lo hicieran “con respeto; si están denigrando de la integridad de mi persona, me veré obligado a tomar cartas en el asunto”.

El estudiante Yonaiquer De León, al recibir el mensaje, se preguntó “si esa era una amenaza”, y defendió sus argumentos señalando que el Manual de Convivencia “dice que tenemos derecho a decir lo que vemos y lo que sentimos”.

En sus cuestionamientos, lamenta que el rector sólo vaya a trabajar dos veces a la semana, “cuando hay tantas cosas por resolver”, y que todo se lo delegue al secretario.

VERANO SE MOLESTÓ

Al terminar la reportería el lunes festivo en la media mañana, 30dias.co conoció que el gobernador Eduardo Verano De la Rosa estaba haciendo una visita a Manatí. Fuimos al Municipio, distante 20 minutos en carro de Las Compuertas, y le informamos lo que está sucediendo con el megacolegio.

Verano, inicialmente, respondió que la solución a los males descritos era que Fondo Adaptación le entregara la nueva sede a la Gobernación para “hacerse cargo de ella y buscar las soluciones”, con recursos departamentales y del Ministerio de Educación.

Lo que no sabía el mandatario departamental era que en febrero, el secretario de Educación, Leyton Barrios, recibió la infraestructura del megacolegio. Eso se lo aclaró la alcaldesa Yaneris Acuña, quien estuvo en la entrega que hicieron funcionarios de Bogotá.

Entonces, el gobernador requirió la presencia de Barrios para que explicara qué soluciones están diseñando ante semejante incertidumbre, pero quien apareció fue el subsecretario de Educación, José Ternera. Al ver que el titular de ese despacho no estaba presente, Verano manifestó enojado: “él (Barrios) debe venir; su deber es venir. Si yo vengo (a un Municipio), él tiene que venir primero que yo. Es una orden”.

En medio de la crisis financiera que atraviesa la Gobernación, como no sucedía desde hacía 16 años, el mandatario departamental se comprometió en que “vamos a estudiar el tema”.

Ese mismo propósito esboza la alcaldesa Acuña. Manifiesta que “es triste que, después de tantos años de espera, vayamos a dejar perder este colegio. Es un asunto que debemos revisar con la Gobernación”.

Canedo, en nombre de la comunidad de Las Compuertas, exigió que, lo más rápidamente posible, les den respuesta de lo que va a pasar con la institución. “Esto es preocupante, porque no podemos aceptar que dejen acabar las cosas que, como este colegio, se consiguen con empeño y esfuerzo”, comenta.

Además de resolver el tema de la “selva amazónica”, como sarcásticamente llaman los estudiantes el monte que crece sin control, y el desaseo de los baños y los salones, un tema urgente por revisar son las filtraciones de agua en los techos y paredes; el daño de las puertas y la rotura de las tapas de los registros que se convierten en “trampas para los estudiantes” en medio de la maleza. La Gobernación puede hacer cumplir las pólizas de calidad y estabilización de la obra para que el contratista responda.

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