El hurto alcanza el 70%, que equivale a 524 mil metros cúbicos.
Hacer frente al megarrobo de agua, que tiene su mayor incidencia en la Acueducto Costero, es una tarea difícil y de alto riesgo, porque a los ladrones de miles de metros cúbicos no les gusta que los descubran y menos que los dejen sin el vital servicio, que por años han usado a su antojo para construir bodegas y casas, criar peces, cerdos y caballos y llenar piscinas o jagüeyes en viviendas, sitios de recreación y fincas.
Las cifras y pérdidas que detalladamente Triple A nos dio conocer sobre esta actividad delictiva son alarmantes: mes tras mes, por la tubería de conducción de 90 kilómetros, de Barranquilla al municipio de Usiacurí, incluida la zona turística en el norte del Atlántico, la empresa suministra 750 mil metros cúbicos de agua potable y de estos se roban 524 mil, es decir el 70%.
El hurto masivo, a través de 13 diferentes formas de fraude, que van desde adulterar las tuberías hasta dañar o manipular los medidores, deja pérdidas mensuales cercanas a los 600 millones de pesos.
Entre 2019 y 2022, en todo el sistema de distribución de agua de Barranquilla y los 14 municipios atlanticenses que atiende, la empresa descubrió 34.338 irregularidades, como reconexiones ilegales y conexiones fraudulentas.
Hoy, en el Acueducto Costero entre Juan Mina y Tubará se concentra gran parte del creciente robo que la compañía denuncia. Además de ser un corredor empresarial, en este trayecto hay un sinnúmero de bodegas que no han solicitado el servicio, pero han sido o están siendo construidas con agua hurtada del tubo madre de conducción.
Con base macroequipos instalados en el área, Sneider Lobo Barrera, director de Micromedición e Irregularidades de Triple A, reveló que el agua que se roban mensualmente entre Juan Mina y Tubará sería suficiente para abastecer, sin problema y de manera constante, a 6.500 usuarios.
Una medición permanente
Desde el 15 de febrero pasado, seis cuadrillas antifraude, con apoyo de un Georradar GPR, equipo de alta tecnología que sirve para “escanear el terreno y detectar tuberías”, han descubierto más de 40 más redes y conexiones fraudulentas en 14 fincas, 12 viviendas, 4 bodegas, 3 fábricas y hasta la Fundación Vides.
El sábado, en menos de dos horas, durante nuestra reportería descubrieron en Juan Mina otras seis conexiones fraudulentas. Dos de éstas se encontraban a escasos 50 metros, una de otra, en la calle 124.
En terreno, técnicos de Triple A explicaron que, además de hacer conexiones ilegales para llevar agua a viviendas, ahora los ladrones rompen el tubo madre e instalan mangueras y simulan fugas que “coincidencialmente alimentan grandes reservorios de agua que utilizan para diferentes actividades”.
Eso fue lo que descubrieron en una finca reseca por el verano en la que la fuga provocada alimentaba un jagüey y un pequeño caño que corría monte adentro.
Simulan fugas para los robos
Al entrar por la calle 125 descubrieron más conexiones fraudulentas. A un costado de la polvorienta vía, bajo el sol abrasador, tres obreros de acento venezolano abrían una zanja de 40 centímetros de profundidad en el duro y empedrado suelo.
Los sorprendieron cavando una zanja
Al seguir el trazado de la zanja, funcionarios de Triple A descubrieron que, aunque los obreros decían que era su “primer día de trabajo”, ya estaba enterrada una tubería de una pulgada de diámetro que recorría cerca de 800 metros hasta llegar a una de las bodegas en la parte trasera contigua a Villa de San Pablo y la Estación de Aguas Residuales de El Pueblo.
En el reseco entorno llamaba la atención otro jagüey con gran cantidad de agua, como si estuviéramos en invierno, que está en una propiedad llena de materiales amontonados.
Distante 200 metros, junto a un aviso que dice Bienvenidos a Villa Pradera, debajo de un pequeño basurero, las cuadrillas antifraude descubrieron una cuarta conexión ilegal que alimentaba otra bodega en construcción. Cuando los operarios procedían a sellar la tubería ilegal con un “tapón expandible”, que instalan a través de un cable casi 2 metros bajo tierra, apareció un sujeto que ocultaba su rostro bajo una capucha.
Se interesó en saber qué hacían e indagó si iban a “legalizar el servicio” y a “instalar contadores”.
Tras permanecer atento a lo labor de los operarios, el personal de seguridad de Triple A advirtió que el sujeto, siempre con las manos metidas en los bolsillos de su buzo negro y quien escondía su cara cuando se hacían los videos y fotos de la conexión ilegal, tenía una pistola y un proveedor en su bermuda de jean.
En medio del proceso de retiro y clausura de la conexión ilegal, el sujeto, disgustado, preguntó por qué grababan y tomaban fotografías del procedimiento; y extrañamente dijo que él estaba ahí “pendiente para que no pase nada”.
¿Por qué están grabando?
Luego lanzó una amenaza en mi contra: “¿qué quieres, que te trate mal?”, espetó con tono y gestos intimidatorios. Después huyó en una moto antes de que llegaran patrulleros de la Policía enviados por el general Jorge Urquijo tras ser informado de lo sucedido.
“A diario hay amenazas e insultos. A un compañero lo intimidaron con una pistola, en Santa Verónica hace poco, porque descubrieron una conexión ilegal y la sellaron”, recordaron los funcionarios de Triple A.
Camino a Juan Mina, entró en acción la principal herramienta tecnológica que la empresa tiene contra los ladrones de agua: el Georradar que opera Alexis Borrero.
A orilla de la carretera, durante el escaneo del terreno, el aparato -que Borrero llama el ‘Maestro Geo’ por su precisión- mostró una posible tubería instalada. El suelo fue marcado con pintura roja en aerosol y al seguir el trazo, en pocos minutos, otra cuadrilla descubrió en la cuneta de la vía, bajo un matorral, la conexión fraudulenta que ingresaba a una procesadora de carbón vegetal, al frente del criadero de cerdos El Paso y la empresa Construblock, descubiertos la semana pasada robando agua.
El trabajo del Georradar
Pasando Juan Mina, Triple A informó que descubrió una conexión ilegal de más de 3 kilómetros usada para llevar agua al cerro Pan de Azúcar, monte adentro. La doble tubería tiene un costo cercano a los 36 millones de pesos. “Todo un fraude injustificado y costoso”, cuestionó Lobo.
La semana pasada, el Parque Industrial Araguaney, que construyen en el kilómetro 7, fue incluido por Triple A en la lista de compañías que estaban hurtando agua. Allí las cuadrillas revisaron las conexiones selladas.
Los funcionarios fueron recibidos por el directivo Héctor Visbal quien rechazó que los señalen como ladrones de agua. Aseguró que para construir las bodegas le “compramos agua en carrotanque a la empresa Cristalino” y dijo que, en algunos casos, utilizan la de un arroyo.
El grupo antifraudes procedió entonces a hacer una prueba rápida del arroyo.
Como en fincas donde en pleno verano hay jagüeyes llenos, el resultado arrojó que el agua del arroyo tenía cloro; es decir, es agua almacenada de la que fue sustraída a través de las conexiones fraudulentas que la semana pasada fueron selladas.
Un arroyo de agua con cloro
Sorprendido, Visbal exigió que repitieran la prueba y pidió que no “montarán películas”. La segunda muestra, a la que él le hizo video, dio el mismo resultado: el agua del arroyo tiene cloro.
El director de Micromedición insistió en que los múltiples fraudes cometidos a diario en el Acueducto Costero perjudican a las comunidades; “son la causa de los bajos niveles o las interrupciones del servicio” en municipios como Piojó y Usiacurí que están en la parte final del sistema de conducción.
Triple A recordó que el Código Penal ordena que quien se apropie de la energía eléctrica, el agua, el gas natural o las señales de telecomunicaciones mediante mecanismos clandestinos o alteren los sistemas de control o los contadores, en perjuicio ajeno, incurrirá en prisión de 1.3 a 6 años y a multas de hasta 174 millones de pesos.